miércoles, 10 de octubre de 2007

Weon pegao

Esto es verdad. No sé como se escribe realmente weón. Yo siempre lo hago con H, pero ahora lo voy a hacer con w. (Es mi blog y qué tanto?) Hablaba con un amiga sobre un antiguo pololeo, que duró 5 años, pero que terminó porque el tipo aún cree que tiene 15 años (tiene 33). Dejó todo botado por una banda de rock, jura de guata que va a ser famoso y carretea como si estuviera en tercero medio.
Ese, para mí, es un clásico weon pegao. Pero… es malo ser un weon pegao? Me entró la duda. Yo represento todo lo contrario. Creo que he ido evolucionando con mi edad y cumplido etapas, pero eso es lo correcto? No sé.
Creo que tampoco es tan malo ser un weon pegao. Claro, porque la gracia de ser un weon pegao es que está, como dice el término, entrampado en una edad pendeja y siente que lo mejor está por venir.
Entonces aún cree que puede ser Presidente de la República, un cantante famoso, el goleador de la Selección, casarse con una modelo, ganarse el Kino, tener una pega la raja, hacer una película como Star Wars, comprarse un auto deportivo, tener casa en la playa, tener hijos superdotados, ver pa la cagá al compañero de curso que te hueveo en la media, con estudiar en el extranjero, tener Visa dorada en dólares, salir en la tele, animar la Teletón, ser fisicoculturista, inventar Youtube y con tantas cosas que una vez alguno uno soñó y que fue dejando en el camino…
Viva el weon pegao. Me cae mal, es cierto, pero igual lo envidio…

martes, 2 de octubre de 2007

Flexibilidad laboral


Esto es verdad. La semana pasada le di permiso, sin que me lo solicitara, a una persona de mi equipo para llegara más tarde el día después de la celebración de su cumpleaños. Como estaba presupuestado, ella se iba a acostar casi de madrugada, por lo que preferí que entrara cuando ella lo estimara y en buenas condiciones.
Lo que a mi me pareció algo normal en mi labor como jefe, para algunas personas fue una decisión descabellada. Es más, mi señora no podía creer que lo hiciera.
Según mi punto de vista, uno debe flexibilizar los horarios de trabajo de manera que las personas no se sientan aprisionadas. Lo ideal es que tengan la libertad de compatibilizar su vida privada con sus labores en el trabajo. Por lo mismo, no tengo problemas con largas horas de almuerzo, idas al doctor o cualquier trámite de índole personal si me lo piden con anticipación.
Claro que de vuelta espero que las tareas estén cumplidas en los plazos fijados y hasta ahora no he tenido mayores problemas.
Es más, cuando le informé a la persona que podía llegar más tarde, las otras tres de mi equipo idearon inmediatamente un plan de contingencia para distribuirse la pega que quedaría sin responsable.
Justo ayer leí un artículo que hablaba sobre lo mismo. En Estados Unidos esto se aplica en la mayoría de las empresas y da excelentes resultados. Más horas sentados en el trabajo no ayuda en nada. En libertad se piensa mejor.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Messenger invadió mi hogar


Esto es verdad. Hace un par de semanas mi señora no sabía nada, pero nada, de navegar en Internet. Aunque yo trabajo todo el día conectado, mi hogar se había mantenido aislado de los códigos html. Pero eso cambió.
Después que un técnico cortó mi suscripción gratis al cable tuve que contratar el servicio. Como era más conveniente, opté por el triple pack. El más “Light”, pero triple pack al final. Así que Internet llegó a mi casa.
El objetivo era el mayor de mis hijos. Mateo podría jugar y navegar por las páginas de Discovery, Disney, etc, etc, etc, cosa que ocurrió ante mi agrado, ya que “mi cabro no se iba quedar atrás con la tecnología”. Además, yo aprovechaba de ver los resultados del fútbol el fin de semana.
Pero no contaba con algo: Que mi señora iba a querer aprender a navegar. Y también conocer el Messenger.
Yo, inocente, le creé un correo, le sumé una lista de amigos y familiares y le dio las instrucciones mínimas para comenzar su vida en el ciberespacio…
Anoche llegué más tarde de lo acostumbrado. Antes, ella me esperaba viendo tele en la pieza y, algunas veces, me retaba por la hora. Ahora fue distinto. Estaba conectada a Messenger, conversando con sus hermanas y amigos. Me miró y se rió, con lo que confirmó uno de mis peores temores: Estoy siendo reemplazado por una pantalla…